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Lo hijos de 'El Muelle'

En los años 70 algunos jóvenes pandilleros y con inflamaciones punkies decidieron estampar sus gritos de rabia en la pared, en cualquier pared que les hiciese un guiño de blancura. Nacía como actitud el 'graffiti', que venía de contaminar Nueva York con aerosoles de la mano de Soul I y del pionero en estampar su firma en un vagón de Metro: Super Kool 223. A éstos se añadieron más y cientos nuevos hasta llegar a los muñecos ácidos de Keith Haring y al 'vómito' racial de Jean-Michel Basquiat, que dejó su nombre de guerra, SAMO (Same Old Shit, o lo que es igual, 'Siempre la misma mierda') por trenes y tapias de Manhattan.

Era la vibración irrefrenable de lo que comenzaba como una manifestación artística cuyo único cobijo y templo no tenía más demarcación que el arrojo, el desafío y la calle, cualquier calle. Y también las de Madrid. Una forma de decir que tuvo su aquí su 'príncipe' balarrasa y, dicen, tímido: Juan Carlos Argüello Garzo, 'el Muelle', aquel que le puso a su firma y a la ciudad un faro en forma de tirabuzón, un bucle de disidencia y fantasía.

Comenzó en 1980 con un rotulador, y cuando infectó felizmente la ciudad, cuando todos preguntaban quién era 'el Muelle', Argüello, siempre detrás del antifaz de la discreción, llenó de ambición artística su rúbrica, pasando del 'rotring' al aerosol, de la firma escuálida a la reverberada. De lo furtivo a la maestría.

'Muelle' ya era 'Muelle' y Juan Carlos Argüello un joven de perfil punki que le daba a Madrid un emblema posmoderno que pasaba del oso y el madroño al color rugiente del 'graffiti'. Sus estampaciones callejeras se celebraban. Habían pasado de la escuálida rúbrica a lo artístico. Le plagiaban, le seguían, le desconocían casi todos. Y hasta una marca de colchones le ofreció entonces (eran los 80) cinco millones de pesetas por utilizar su firma. Él lo rechazó.

Los que antes le multaban (el Ayuntamiento) hoy conservan sus trabajos. Fue el pionero de los 'graffiteros' españoles. Como un gato que huye, el 'Muelle' dejaba por las noches su barrio de Campamento para pintar en el centro cada vez perfeccionándose más, hasta que la muerte le dio letal mordedura en forma de cáncer.Tenía 29 años y fue el primer rey de la calle.

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Fuentes: Fotolog Remebe, Elmundo

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Un saludo!

Padu dijo...

Me podrias decir donde esta ese muelle, solo me falta este por hacerle fotos

Padu dijo...

por cierto mi correo es edupls@hotmail.com

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